El Amor a lo único y a lo cotidiano

Un año más, finaliza el verano y, con ello, los campamentos. Cada año me hacen crecer un poquito más, abriendo la puerta a nuevas reflexiones, amistades y aprendizajes. Ciertamente, todos los campamentos me engrandecen un poco más el corazón, pero -que quede entre nosotros- este año se me ha ensanchado un poco más de lo normal.
La idea que me ha quedado resonando, tras este cierre estival, es la siguiente: a qué llamamos Amor y cuál es su cabida. En estos espacios se crean vínculos de confianza con tanta honestidad y en tan poco tiempo que, aunque lleve ya diez años experimentándolo, nunca deja de removerme. Pero no son solo estas intensas interacciones sociales las que me llevan al Amor, sino que, desde hace unos años, la vuelta a casa también me inyecta esta sensación.
A lo largo de estas experiencias, también he tenido que aprender a lidiar con el vacío que implica volver. Permitidme esclarecer las ideas. Hace no mucho, el mundo entero recibió la consternadora noticia que hacía un tiempo se venía aguardando: la muerte de Pepe Mújica. Tras leer varias entradas periodísticas al respecto, todas contenían un hilo común, y eran los consejos que este gran maestro había dejado a su paso. El más repetido sin duda era aquel dirigido a los jóvenes, ya que insistía en que amáramos la vida.
Y es por eso, que me parece interesante pensar en cuántas cosas contienen Amor. Es lógico sentirlo en aquellas vivencias únicas e intensas, como las que se dan en compañía de otros: el **Amor **que se crea con un amigo, una pareja, un familiar. Pero, cuando llego a casa y me siento en mi cama pienso, ¿Qué es eso de amar la vida? De modo y manera que llevo ya un tiempo alargando una lista titulada Placeres de la Vida.
Que el café tenga espuma, el olor a sábanas limpias de hotel, que el conductor apague las luces del bus, el cocido de la abuela, la tortilla de la universidad.
¿Y si el Amor también es esto? Sentir con intensidad un agradecimiento y una pasión por aquellos detalles que nos hacen felices. *Amar la vida *no solo es el viaje que emprendes cuando te vas, sino el que también encuentras en cualquier momento, fuera y en casa. Se puede vivir con plenitud la preparación de tu plato favorito un domingo por la tarde, o el camino en bus que ya tanto te conoces mientras escuchas tus mejores canciones.
Es emocionante sentirnos plenos con la cotidianeidad de la vida y con las acciones que a cada individuo nos ilusionan, y saber que el Amor se puede concebir de tantas maneras — y cada uno a la suya.
Sé que la vida a veces no nos lo pone fácil y no pasa nada, no siempre se puede vivir con esa plenitud. Pero sepamos reconocer el Amor de esos momentos cuando nos llegan. No miremos para otro lado: cerremos los ojos y abracemos aquello que nos hace vivir enamorados de la vida. Por tanto, ahora pregunto ¿y para ti? ¿Cuál sería la colección de placeres cotidianos que te llevan a amar esta vida?